Sé que la última entrada es del mes de agosto, y he intentado no tardar tanto en escribir, pero... Sí, la misma excusa de siempre. No voy a extenderme con eso, porque lo sabes de sobra. Pero lo que cuenta es que, aunque tarde, siempre vuelvo, ¿no?
Hoy te traigo el libro que me regaló por mi cumpleaños mi amiga A. (la mantendremos en el anonimato para proteger su privacidad, por si acaso). Fue algo inesperado, una sorpresa en toda regla, y aprecio mucho el gesto que tuvo conmigo.
Como verás en la fotografía, está un poco... maltrecho, podríamos decir. Es lo que tiene ser de segunda mano: una vida apasionante rodando de mano en mano y de estante en estante, una suerte de la que pocos pueden alardear. Lo he leído en inglés, su idioma original, pero lo puedes encontrar en las librerías y bibliotecas de España (e imagino que Latinoamérica) con el título Suave es la noche.
Reconozco que al principio me sorprendí. Pensé: "¿Y por qué me regala un libro de Fitzgerald, si nunca hemos hablado de él?". Cierto, sí, pero... ¿por qué no? Si te soy sincera, creo que esta ha sido la forma de congraciarme con este autor, porque... te cuento. En la universidad me obligaron, en cierto modo, a leer El gran Gatsby, y eso fue lo que hice, aunque a regañadientes. Claramente ese malestar se trasladó al libro y no lo disfruté en absoluto. Es cierto. El gran Gatsby no me gustó, y desde entonces guardaba cierto rencor hacia nuestro amigo Francis. Es lo que ocurre cuando te obligan a hacer algo que no quieres, está constatado desde los años de instituto. Sin embargo, reconozco que no he sufrido tanto con este libro. Francis, me disculpo.
La historia transcurre a finales de los felices años veinte, en la riviera francesa, y los protagonistas forman parte de cierta élite social americana que disfruta de su holgura económica viajando de acá para allá, celebrando fiestas y, en general, disfrutando de la vida sin ninguna obligación que les aferre a nada en absoluto. Curiosamente, el protagonista, Dick Diver, es un médico con... más bien poco dinero, pero que cuenta con un futuro prometedor. Mientras termina sus estudios en Europa, conoce a Nicole. Esta chiquilla, que a penas llega a la mayoría de edad, es paciente suya en un sanatorio mental. Al principio sólo tontea con ella pero, tras conocer las razones por las que ha acabado en un sitio así, y por recomendación de un colega suyo, termina casándose con ella. Pasan los años, y su relación parece ser idílica, perfecta, maravillosa... hasta que aparecen ciertos personajes que sacuden sus cimientos y dejan patente que todo lo que han construido juntos corre el peligro de desmoronarse por falta de solidez.
Creo que, si hubiese dependido de mí, ni se me habría pasado por la cabeza leer este libro. Seguiría en el estante de la tienda, esperando a que alguien le diera vida de nuevo. No obstante, eso es lo bueno de los regalos inesperados: que puedes descubrir cosas nuevas. Y con este libro he hecho las paces con Fitzgerald y reconozco que fue muy buen escritor. Es una época ciertamente interesante, aunque no acaba de gustarme la frivolidad de la sociedad que retrata. A pesar de ello, recomiendo su lectura. Ya sea con este libro con El gran Gatsby o cualquiera de sus historias cortas, seguro que encuentras algo que te pueda gustar.