He vuelto muy pronto, sí. No pretendía volver en un período de tiempo tan corto, pero me pasó una cosa este pasado sábado (el 21, por si lees esto más tarde) y ello me ha "obligado" a escribir de nuevo en el blog tras un fin de semana pasado por agua.
Esto es lo que me pasó (no es nada especial, pero me alegró el día): estando yo en casa, tranquilamente mirando vídeos en Youtube, me envió un mensaje una compañera de trabajo con la que hacía tiempo que no hablaba. Aparte de ponernos al día con nuestras vidas, me comentó que había empezado a leer uno de los libros que le recomendé en nuestra última charla y que yo misma le regalé en su momento. Me hizo muy feliz ver que la gente confía en mi opinión a la hora de escoger un libro, a pesar de, en cierto modo, obligarla a leerlo tras regalárselo. Ahora que lo pienso, igual la coaccioné un poco con eso, pero me hace mucha ilusión poder comentar mis lecturas con alguien que comparte mi gusto por los libros. ¡Pero bueno! Lo importante es que leerá. Leer es bueno.
A raíz de su comentario, fui a buscar ese mismo libro a mi estantería, y pensé que estaría bien refrescar un poco la memoria y prepararme para poder comentarlo una vez lo acabe, sea cuando sea. Así pues, lo releí. Tras acabarlo esta misma mañana, pensé que, ya que lo había vuelto a leer, tal vez estaría bien que lo comentara aquí en el blog, para que así tú también lo conocieras. Se titula Una grulla en la taza de té, escrito por Yasunari Kawabata (o Kawabata Yasunari, escrito en el orden japonés).
Es una edición de 1969. A pesar de tener algún que otro error ortográfico y de traducción (tampoco puedo criticar mucho este último aspecto, pues mi nivel de japonés es muy básico a fecha de hoy), me gusta mucho esta edición, en tapa dura y con el dibujo de una grulla (supongamos que lo es) en la tapa. Sé que el título del libro en español ha cambiado y ahora lo titulan Mil grullas. Aún así, ya sabes, tenga el título que tenga, seguirá siendo el mismo libro. Para no discutir, diré que el título original es Senbazuru y ya está.
La historia es la siguiente: Kikuji es un chico joven que, desde pequeño, sabe que su padre ha tenido algunas amantes. Una de ellas es Chikako, a quien, en una ocasión, le vio unas feas manchas pilosas en el pecho izquierdo. El joven aborrece a esta mujer que, incluso después de la muerte de su padre, sigue entrometiéndose en su vida sin vergüenza alguna. En una ocasión, lo invita a que acuda a una de las muchas ceremonias del té que ella organiza, experta como es en este tema. A regañadientes, Kikuji acude y allí conoce a otra amante de su padre, la señora Ota, acompañada por su hija. Chikako odia a esta mujer con toda su alma e intenta atormentarla siempre que puede. Aparte, intenta preparar una boda concertada para Kikuji con la señorita Inamura, una chica que acude a sus clases. Es así como el joven se ve invadido por el pasado de su padre, del cual no encuentra manera de salir. Aún así, acabará viviendo nuevas experiencias y conociendo a personas que nunca pensó que conocería.
Para mí, Kawabata es... poesía narrativa. Puede darte la sensación de que, realmente, la trama no tiene demasiados giros argumentales y la historia es algo plana, pero en realidad posee una belleza excepcional. La sencillez de la historia (que en realidad, no es tal) impregna de realismo cada personaje y cada escena. He leído algunas historias más de este autor y nunca me ha decepcionado. Es bello. Bello. Lo repetiré hasta que me canse: ¡bello! Sus historias son como flores que se abren en primavera.
Es uno de mis autores japoneses preferidos, junto con Yukio Mishima, del cual seguro que hablaré en algún momento. Ojalá compartieras mi opinión con respecto a Kawabata, de verdad. Leerlo es como contemplar las estaciones... y voy a parar ya, que seguro que empezarás a vomitar arcoiris.