21 de marzo de 2015

La isla, Aldous Huxley

Hola de nuevo tras casi un mes de abandono. Bueno, no, no he abandonado nada, esta vez la lectura ha sido más larga y he tardado más en acabar; suele pasar cuando pasas de leer relatos breves a novelas: la extensión... cuenta.
Para esta vez, he escogido una novela inglesa de mediados del siglo XX: La isla, de Aldous Huxley. Es el mismo autor de Un mundo feliz, por si te lo preguntabas. Y si no te lo preguntabas, pues eso que te ahorras. Nombro esta novela también porque es el opuesto total a la novela que voy a reseñar en esta entrada. Un mundo feliz era una distopía tremenda, muy del rollo 1984 de George Orwell. En cambio, La isla es una utopía en la que se ponen en entredicho muchos de los aspectos de nuestra vida actual. A pesar de estar escrita en 1962, asusta ver la correlación directa que tiene con la actualidad.


Will Farnaby es un periodista que, tras perder a su mujer en un accidente, acaba viajando a la maravillosa e idílica isla de Pala (totalmente ficticia, pero supuestamente situada en algún lugar del Pacífico). Allí conoce a varios de sus habitantes, que le enseñan el funcionamiento de la isla: sus sistemas de agricultura e industria, su educación, su religión, la filosofía por la que se rigen, etc. Sin embargo, no todo el monte es orégano. Precisamente la rani y su hijo, quien pronto cumplirá la mayoría de edad y, por tanto, se hará cargo de la dirección del país, están en contra de todo ello. Influenciados por el mundo exterior y guiados por su fe inconmensurable en Dios y el progreso, además de mantener una relación muy íntima con el dictador Dipa, están deseosos de llegar al poder y destruir todo aquello en lo que los palaneses creen y han luchado años por conseguir. No sólo con eso, el propio protagonista, Will, es como una especie de espía de Aldehyde, amigo suyo y cabecilla de una de las petroleras más importantes del globo, que pretende entrar en Pala y explotar sus pozos petrolíferos para su beneficio en detrimento del estilo de vida ideal de la isla. Will pretende ponerse en contacto con la rani y, a espaldas de los habitantes que tan cálidamente lo han recibido, facilitar la entrada de la corrupción y la explotación en esta sociedad casi perfecta.

Aunque un poco densa, por los temas que trabaja, la novela me ha gustado mucho, puede que incluso más que Un mundo feliz. Siempre me han gustado las distopías porque, aunque ficticias, retratan un mundo que, a mi parecer, es mucho más real de lo que en un principio pensamos; las utopías, por otra parte, no siempre me han gustado porque lo que retratan suele ser tan perfecto que nunca podría darse en la realidad. Por eso mismo se llaman utopías, sí, lo sé. En cambio, esta en concreto me ha gustado bastante y la recomiendo encarecidamente. Te hace reflexionar sobre la actualidad y ofrece algunas ideas interesantes para tener en cuenta.

Me parece que esta entrada ha acabado siendo muy seria. Contaré cómo encontré el libro. No es que sea una anécdota interesante, pero así rompemos un poco la seriedad.
Me encontraba yo trabajando en Valladolid y me alojaba en unos apartamentos que, justo enfrente, tenían una librería. Todos los días, al asomarme por la ventana o al salir a la calle, veía la tienda ante mis narices, pero no tenía tiempo para entrar. Finalmente, cuando tuve un rato libre, me fui directa a la tienda y estuve escudriñando entre los libros en oferta que tenían expuestos. Fue allí cuando encontré el libro, y no sólo ese, sino los que, hasta ahora, he estado reseñando, los cuentos de Rampo y el de Kirkwood.

Y ahora a pensar cuál será el siguiente. ¿Alguna sugerencia?

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