27 de febrero de 2015

El viajero con el cuadro de las figuras de tela, Edogawa Rampo (Relatos japoneses de misterio e imaginación)

Ya hemos llegado al último relato de este fantástico recopilatorio. ¿Te ha resultado largo? A mí un poco, la verdad. Como ya dije en una entrada anterior, al ser un libro de tan corta extensión, resulta largo cada vez que debo parar para comentar la historia en el blog. Sin embargo, así lo decidí y así lo he hecho, no voy a quejarme más, que yo misma me lo he buscado.

El relato lleva por título El viajero con el cuadro de las figuras de tela. Ciertamente, es un título larguísimo, debido a la explicación que hace del oshie. Esta palabreja que acabo de escribir es el nombre de una manualidad japonesa que se practica desde hace años y años. El oshie se basa en crear cuadros con tela, esto es, como pintar un cuadro pero sin pintura, sino con tela (bravo, qué magnífica descripción, digna de diccionario). Se utilizan recortes de tela de quimono para hacer estas figuras y el resultado es un cuadro en tres dimensiones bastante cuco. Si haces una búsqueda rápida, encontrarás verdaderas virguerías y dibujos preciosos.
El narrador nos cuenta que, durante un viaje en tren, conoció a un hombre de aspecto un poco peculiar que cargaba con uno de estos cuadros y, al acercarse a él y preguntarle por el cuadro, el desconocido le cuenta que una de las figuras que aparece en el cuadro es su hermano mayor. Así pues, le cuenta la historia del origen del cuadro y cómo su hermano acabó formando parte de él.


Me ha parecido una historia muy amena. Además, es diferente del resto de relatos, porque no parece utilizar los recursos y temas típicos de los relatos de misterio, parece simplemente un cuento de fantasía. Un poco trágico, sí, pero fantasía al fin y al cabo. Tampoco tiene ese tinte negativo que impregnaba el resto de relatos, me ha resultado muy ameno y, en cierto modo, positivo. Ya sabes que no sé explicarme muy bien. No es tan positivo como las típicas historias de amor que defienden el "amor verdadero" y "vivieron felices para siempre". Es una felicidad trágica, acaba bien... pero tampoco acaba bien, ¿sabes? Después de esto, puedes matarme. O coserme la boca, lo que prefieras. Es una forma agradable de acabar el libro, sin muertes, ni crímenes, ni obsesiones.

En general, me ha gustado el libro. Lo recomiendo, y no descarto leer más obras de Edogawa Rampo en el futuro. Ahora la pregunta es: ¿qué libro será el siguiente? Lo sabrás en marzo, porque va a ser que febrero ya no da más de sí.

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