Hola de nuevo. Me alegra verte por aquí.
Esta vez me he decidido por una recopilación de historias breves, escritas y recopiladas por Edogawa Rampo, un escritor japonés de principios de siglo XX. Por lo que he leído en el prólogo, se trata de un escritor muy en la línea de Edgar Allan Poe, Arthur Conan Doyle o Jorge Luis Borges, por lo que forma parte de la literatura detectivesca, de misterio y todo ese ambiente oscuro lleno de incógnitas. Juega con la psicología, con el instinto curioso y el morbo que eso produce. Es en estos momentos cuando agradezco haber cursado aquella asignatura de literatura detectivesca durante el Erasmus. ¡Y pensar que no me serviría de nada!
Bueno pues, como es una recopilación de historias cortas, he pensado que, para poder hablar de cada una de forma equitativa, dedicaría una entrada de blog a cada una de ellas, por lo que desglosaré el libro en... ¿nueve partes? Nueve historias, así que nueve entradas. Ay, qué ganas de trabajar que tengo.
La primera historia, la que inaugura el libro, por así decirlo, se titula La butaca humana. Empieza con una mujer, que recibe, entre otras muchas, una carta especialmente abultada. En ella, un hombre que se describe a sí mismo como feo, realmente feo, un monstruo a ojos de los demás, más feo que picio, más feo que pegar a una madre (y así podemos seguir hasta mañana), le relata una cosa que ha hecho: resulta que el hombre, que es ebanista y fabrica sillas, ha creado un sillón con una estructura especial que le permite meterse dentro sin que nadie pueda verlo desde fuera. Y, de hecho, nadie se da cuenta de que el tío va dentro. El sillón, pedido por encargo por un hotel, lo ponen en el vestíbulo y... digamos que ahí empieza su aventura. A través de la tela puede sentir a aquella persona que esté sentada sobre él (recuerda que es feo, feo, feo, así que poco contacto humano habrá tenido, como él mismo dice). Sin embargo, su aventura hotelera no dura mucho, porque acaban deshaciéndose de él (bueno, del sillón, y por ende, de él, claro está) y va a parar a una casa. No voy a seguir porque si no, acabaré contándote toda la historia, que tampoco es tan larga, y te destriparé el final.
Sinceramente, esperaba algo más fuerte. No te engañes, soy una persona muy asustadiza, que no miro películas de miedo porque me dan miedo, pero esta historia no me ha causado un gran impacto. Puede que mis espectativas fueran demasiado altas ya de entrada, así que procuraré olvidarme de ellas con los relatos siguientes. Aún así, creo que la idea de la que parte la historia es muy interesante y, además, está bien escrita. Tiene cierto aire sensual.
¡Y en la próxima entrada, El test psicológico!
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