¡Tres de tres! ... nunca volverá a repetirse algo así, estoy segura.
Hola de nuevo. Ya vamos por el quinto relato, titulado El infierno de los espejos. En un primer momento, el título me recordó al laberinto de espejos que aparece en la película de James Bond El hombre de la pistola de oro, donde el malvado Francisco Scaramanga está interpretado por el gran Christopher Lee. Investigando sobre ello descubrí (gracias, Wikipedia) que el actor era primo del creador del agente 007, el escritor Ian Fleming, y me pareció una curiosa e interesante coincidencia. No siempre se tiene la oportunidad de representar un personaje literario que un familiar tuyo ha creado, ¿no crees? Y hablando de Ian Fleming, siento cierto interés por leer sus novelas, la saga completa de James Bond. Ojalá algún día pueda escribir sobre ellas (o sólo de una, como mínimo) en el blog.
Volvamos a Edogawa Rampo, que me lío con otras cosas y me voy por los cerros de Úbeda.
Este relato habla de Tanuma, un chico obsesionado por los espejos y las lentes de todo tipo. Al principio parece ser simplemente una afición, pero la cosa empeora cuando, a los veinte años, hereda una gran fortuna de sus padres y, además, descubre el sexo femenino. Empieza a dedicarse por entero al estudio y creación de todo tipo de espejos, lentes, prismas y demás objetos reflectantes, por lo que despilfarra gran cantidad de la herencia recibida. Manda construir un observatorio con el cual espía a sus vecinos; también crea una habitación totalmente revestida con espejos (paredes, suelo y techo, toda todita) en la que, o bien pasa el tiempo con su criada favorita, Kimiko, o bien se encierra solo y desnudo durante horas. El caso es que la obsesión del chico parece ir a peor y el narrador, amigo de la infancia de Tanuma, se preocupa cada vez más por él y su salud mental. Entonces, la creación de un espejo muy, muy especial hace que el narrador y los criados teman por el efecto que pueda causar en el chico (puede que la imagen te dé una pista).
Inquietante, ciertamente inquietante, aunque muy interesante. La obsesión que raya en la locura es un tema que me atrae bastante, y este relato es un ejemplo de ello. Es cierto eso que dicen: una fina línea separa la genialidad de la locura.
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