19 de febrero de 2015

La oruga, Edogawa Rampo (Relatos japoneses de misterio e imaginación)

Saludos, visitante.
Hoy me toca hablar de la tercera historia recopilada en Relatos japoneses de misterio e imaginación, escrito por Edogawa Rampo. Antes que nada, desearía hacer un pequeño paréntesis y hablar sobre el modo en el que el nombre del escritor está adaptado a la lengua española.
En japonés, su nombre se escribiría de la siguiente forma (uso el silabario hiragana para que quede más claro, si es que eso es posible) : え と゛か゛わ ら ん ぽ , por lo que, transcrito en romaji (esto es, nuestro alfabeto de toda la vida), sería así: edogawa raNpo. ¿Ves por dónde voy? En su idioma original, se escribe con una N, sin embargo, su nombre se ha adaptado a las reglas ortográficas del español y, como va seguido de una P, se escribo con una M. Magistral, oye. Este tipo de adaptaciones las he visto de forma esporádica, no suele ser la norma, debido a que se trata de algo puramente subjetivo, creo yo. Está en tu mano adaptar o no el nombre de un autor, aunque la tendencia actual es dejarlo tal y como se escribe en la lengua original. Aún así, no voy a ser yo quien juzgue a la gente por estas decisiones. Simplemente quería comentarlo porque me parecía curioso y, en cierto modo, interesante (eres libre de discrepar conmigo, claro).

Bueno, vamos al meollo del asunto.
Este relato se titula La oruga. Tokiko está casada con un héroe de guerra, condecorado con la más alta insignia del ejército japonés. Durante la guerra le hirieron de gravedad y, por lo tanto, lo sacaron del ejército para que se recuperara. El problema es que salió muy, pero que muy mal parado: perdió todas sus extremidades (sí, brazos y piernas), perdió una oreja, las cuerdas vocales y, además, la cara se le desfiguró, especialmente la boca. Por si no fuera poco, el gran shock que sufrió al recibir en toda la jeta un bombazo de tal magnitud lo dejó sordomudo. La única forma que tiene para comunicarse son sus ojos y, cuando puede, escribe con la boca, aunque para eso necesita la ayuda de su esposa. Esta, a medida que avanza la historia, se la ve más y más perturbada, cansada de cuidar de un, y cito textualmente, "trozo de carne" que no puede ni sentarse, hasta que un día...



El relato es perturbador, desde luego. Sólo con imaginarte al pobre hombre incapaz de hacer nada, incapaz de comunicarse con el mundo que le rodea, se te revuelve el estómago. No puedes evitar imaginarte a ti en esa situación y pensar qué harías, cómo te sentirías. También te imaginas en la posición de Tokiko, que debe ser igualmente dura. El alma se te erosiona con la misma rutina, viendo el tiempo pasar y que nada cambia, sino que empeora. No quisiera verme en ninguna de las dos situaciones, sinceramente.
Al final del relato me he acordado de una película que vi el año pasado, titulada Onibaba. Hay un componente común que relaciona el relato con la película. No voy a decir cuál, para no aguarte el final de la historia, pero estoy segura de que lo verías claramente si leyeras el cuento y vieras la peli. Siento andarme con tanto secretismo, pero no quiero hacerte ningún spoiler. ¡Es el mal de esta sociedad!

La siguiente historia será El precipicio. ¿Qué pasará, pasará?

3 comentarios:

  1. Interesante blog... Abordaste el tema muy bien. Me encantaría leer el manga, pero no encuentro donde

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    1. Muchísimas gracias, Katsura Kotonoha. Me alegro de que te guste el blog.
      He estado investigando un poco y he encontrado el manga traducido al inglés. Te dejo el enlace, por si te interesa: http://www.mangago.me/read-manga/the_caterpillar/
      Confío en volverte a ver de nuevo por aquí. :)

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  2. Lo leí y realmente es escalofriante, me causó una angustia tremenda.

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