23 de febrero de 2015

Los gemelos, Edogawa Rampo (Relatos japoneses de misterio e imaginación)

Pues sí, ayer rompí la racha. Lo hice de forma deliberada, para que no te acostumbres a recibir una entrada nueva cada día, porque, créeme, en el futuro no será así. Además, tampoco me apetecía demasiado escribir, así que lo hago ahora.

Creo que aún no lo he dicho, pero el nombre Edogawa Rampo es un seudónimo (¿cuándo le quitaron la "p" a esta palabra? La hecho de menos). Si prestas atención, te darás cuenta de que se trata del nombre "Edgar Allan Poe" leído en japonés. Bueno, debes leerlo a cierta velocidad para percibirlo, pero así es. Al principio yo tampoco me lo creí demasiado, me recultó un poco forzado, pero cuando  me di cuenta de que era cierto... Aún no he salido de mi asombro. Su nombre real era Hirai Taro.

Esta historia está relatada a modo de confesión. De hecho, la descripción que acompaña al título reza lo siguiente: Confesión de un criminal condenado ante un sacerdote. Así pues, el protagonista nos cuenta los crímenes que ha cometido, sus razones para cometerlos, cómo los llevó a cabo y cómo se siente al respecto. Nosotros mismos nos sentimos como el sacerdote al que le está confesando sus pecados.
El narrador nos explica que tiene un hermano gemelo a quien aborrece. Este odio que le profesa viene dado, en principio, por la mayor cantidad de dinero que el hermano obtuvo de la herencia de sus padres, mientras que él, por ser el "hermano pequeño" (ya sabes, esos líos de quién ha nacido antes y todo eso), recibió una cantidad mucho menor. Pero no acaba ahí la cosa. El narrador se dedica a gastar el dinero a espuertas, por lo que le pide dinero prestado al hermano continuamente. Y además, ya para rematarlo, la chica por la que el narrador está enamorado acaba casándose con su hermano, tal y como los padres acordaron en su momento.
Ya tenemos el decorado montado: hermano que odia a su hermano gemelo porque, a pesar de ser idénticos, el otro tiene mucha más suerte que él. Algo así como Caín y Abel. Entonces, el narrador prepara un plan para cometer el... sí, damas y caballeros, ¡el crimen perfecto! Volvemos al mismo tema del género de misterio. Elabora un plan para deshacerse del hermano y así suplantar su identidad (por lo de ser gemelos idénticos y eso, que nadie notaría la diferencia).


La verdad es que todo esto del crimen perfecto me gusta, pero al final acaba aburriendo un poco, especialmente cuando se resuelve satisfactoriamente y ya no es un crimen perfecto. Aún así, la historia está bien, la idea de suplantar la identidad de otra persona conlleva mucho valor, por eso de tener que imitar a la perfección a dicha persona y, por tanto, que no te descubran. Claro que la presión que el mismo subconsciente te crea, ese remordimiento que te atormenta en silencio, debe ser insoportable, al menos para aquellos que tienen conciencia. Los que carecen de ella no sentiran remordimiento alguno y podrían seguir con la farsa hasta la eternidad.

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