La entrada de hoy también será muy breve. Voy a tratar un libro que terminé de leer a finales de febrero y que, según tengo entendido, saldrá en castellano dentro de poco (no sé exactamente cuándo, pero no creo que sean más de unos pocos meses, ya veremos).
Una vez más, te traigo una nueva entrega de Warhammer, más en concreto de la colección El despertar de la bestia, que salió en España el año pasado, creo recordar. O el anterior. El primer número ya lo comenté aquí, I am Slaughter, y ahora pienso hablar del tercer volumen. Sí, ya, me imagino lo que tu subconsciente habrá preguntado: ¿y el segundo? Pues mira, no he podido hacerme con él, así que te chinchas. Por no poder no puedo ni ofrecerte una imagen del libro, pero tranquilo, que tampoco es tan importante. Sigue el mismo estilo que sus dos predecesores.
En este número, la trama se divide en tres escenarios distintos con su grupo de personajes distinto. En uno, se encuentran los capitanes y dirigentes de la Armada Imperial en el otro confín del universo intentando hacerle frente a la inmensísima horda de orkos que amenaza con engullir el Imperio y sumirlo en el olvido. En otro, nos centramos en Terra y en sus tramas políticas entre dos bloques del Senatorum: el del lord almirante Lansung, uno de los más ditinguidos Altos Señores, y el de Vangorich y Wienand, gran maestro de asesinos y representante inquisitorial. En el tercero, se explican las acciones de Koorland, el último superviviente de los Imperial Fists (spoiler alert! ¡destripe al canto), mientras intenta reunir a todos los descendientes de Dorn para luchar contra la amenaza orka.
Así explicado parece hasta interesante, ¿verdad? Y lo es, no te lo puedo negar. Mi parte favorita es la de los tejemanejes y politiqueos que se montan en el Senatorum. El gran maestro de asesinos me resulta muy molón. Aunque no puedo despreciar a los Space Marines. Son los mejores. Absolutamente. Y más cuando solo queda uno de todo un capítulo que se supone que es prácticamente invencible.
Si te soy sincera, al principio lo pasaba bastante mal mientras leía Warhammer. Más que nada porque no me enteraba de casi nada. Desconocía el universo, la intrincada historia que subyace en todos los relatos y la terminología ininteligible, pero ahora que ya llevo varios leídos, le he cogido el gustirrinín. Y cada vez tengo más ganas de leer otras sagas. No estoy loca. Lo digo de verdad.
Mi sueño es poder leerme de cabo a rabo la saga de la Herejía de Horus. Es larguilla. Creo que todavía quedan números por sacar, pero no me desanimo. Algún día, quizás...
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