30 de abril de 2015

La muerta enamorada, Théophile Gautier (Vampiros)

Nunca antes había leído nada de Gautier, puesto que no soy muy aficionada a la literatura francesa, pero reconozco que es un gran escritor. El relato del que hoy voy a hablar es obra suya y me ha parecido extremadamente poética y trágica.
Una amiga mía, que vivió su infancia en Francia (uy, casi rima), me recomendó hace tiempo este relato, pues ella es una gran aficionada a leer en francés. Ahora puedo asegurar que tenía razón, es una historia preciosa.

La muerta enamorada cuenta un suceso extraordinario en la vida del narrador, un sacerdote que, desde su infancia, sólo ha tenido interés por la vida religiosa. No conoce el mundo exterior (por así decirlo), no ha viajado y nunca ha visto a una mujer. Entonces, cuando por fin llega el día en el que va a iniciar su vida sacerdotal, ve en la iglesia a una mujer de extrema belleza: piel pálida, labios carmesí, ojos verdes y brillantes, maravillosamente vestida con ropajes elegantes. Para él es una visión del paraíso, y se enamora perdidamente. Aún así, teniendo en cuenta dónde está, no puede parar la ceremonia y, por tanto, se convierte en sacerdote. Una vida entera dedicada a Dios y su obra, rechazando todas las tentaciones y pecados de la vida terrenal. Sin embargo, su corazón la desea y anhela sin remedio. Antes de marchar, el paje de la bella muchacha le entrega una nota en la que indica su nombre: Clarimonde.
Le asignan una parroquia lejana, y su, digamos, mentor le advierte de que debe olvidarse de la mujer, pues es una cortesana impía que sólo le proporcionará problemas.
Pasa el tiempo, el sacerdote realiza sus deberes con diligencia, pero con el corazón en otro sitio, y una noche llega un hombre a caballo pidiendo que lo acompañe al castillo de su ama, pues parece estar muriéndose. Preparado para dar la extremaunción, cabalgan hasta el castillo y... ¡chan, chan, chan! La dama moribunda es Clarimonde. El pobre lo pasa fatal. Tan mal que pierde el conocimiento (o se desmaya o algo) y se despierta en su cama tres días más tarde, después de casi palmarla. Pero por la noche, Clarimonde se le aparece ante él y le pide que se escape con ella. Él no sabe si es un espejismo, un sueño, una alucinación o es realmente ella en carne y hueso, pero le sigue la corriente.
¿Qué pasará con el sacerdote novato y la cortesana zombie?

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