Y llega a nuestro blog el señor Henry René Albert Guy de Maupassant (cómo gustaban los nombres largos). El relato se titula El horla, pero no sé muy bien por qué se utiliza dicho nombre para referirse a un vampiro. Además, el llamado horla en la historia no acaba de ser un vampiro realmente o, al menos, como nosotros lo conocemos.
Escrito a modo de diario, el protagonista es un hombre francés que vive plácidamente junto con algunos criados a la vera del río Sena. Todo es perfecto y maravilloso hasta que empieza a notar cambios en su salud y actos inexplicables en su casa. Cada vez se encuentra peor y decide irse de viaje. Por lo visto el viaje le sienta muy bien, pues vuelve más animado y jovial, sin embargo, uno de sus criados parece haber adquirido la enfermedad de la que antes se aquejaba su amo. Pasan los días y vuelve a sufrir dicha enfermedad, para lo cual decide volver a irse de viaje una temporada y, además, consultar a un médico. Vuelve a casa y entonces empiezan a ocurrir cosas que antes no pasaban como, por ejemplo, mientras duerme siente que alguien lo estrangula fuertemente, aunque sin llegar a matarlo, y que el agua que deja en su mesita cada noche desaparece al día siguiente. Una noche realiza una prueba: deja al lado de su cama agua, leche, algo de pan y queso, y un poco de fruta y, a su vez, cierra la puerta y las ventanas con llave. Esa misma noche vuelve a sentir una fuerza sobre su cuello, y al despertar encuentra que sólo el agua y la leche han desaparecido, mientras que el resto sigue intacto. Con el paso de los días percibe a su alrededor una presencia desconocida, pero que no puede ver físicamente, en especial cada noche cuando va a acostarse. Viaja a París para reflexionar, preocupado y obsesionado con averiguar el mal que ha caído sobre él. Allí acude a una sesión de mesmerismo (o hipnotismo, para entendernos mejor) y queda asombrado. Empieza a sospechar que él es la víctima de algún tipo de hipnotización, y, al volver a casa, decide tenderle una trampa al ser invisible que se está aprovechando de él.
No es la primera vez (ni será la última) en la que aparece el "mesmerismo" en un relato de estos, y me inquietaba un poco no saber qué era exactamente. Por eso, me he puesto manos a la obra y he buscado este curioso término. Por lo que he leído en varias fuentes (mesmerismo.com, Wikipedia y WordReference entre ellas), esta es la conclusión: "también llamado 'magnetismo animal', el mesmerismo es una doctrina del siglo XVIII basada en la existencia de una fuerza universal que fluye entre los individuos y los dota de vitalidad y energía". Toma el nombre de su mayor exponente y quien postuló dicha teoría, Franz Mesmer, quien lo aplicó como método psicoterapéutipo. Toda una falacia, la verdad, pues carece de base científica y, además, Mesmer lo utilizaba para fines comerciales. ¡Dineros a mí!
Por lo visto, H. P. Lovecraft se inspiró en este relato para escribir su obra La llamada de Cthulhu, lo cual me alegra muchísimo. Me gustaría leer esta obra algún día, porque Lovecraft es un gran escritor de terror. He tenido la oportunidad de leer algunos relatos suyos y son increíbles. Mira que el género de terror me da miedo (obvio, esa es la idea), pero son autores como él por los que vale la pena pasar un poquito de canguelo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario