27 de febrero de 2015

El viajero con el cuadro de las figuras de tela, Edogawa Rampo (Relatos japoneses de misterio e imaginación)

Ya hemos llegado al último relato de este fantástico recopilatorio. ¿Te ha resultado largo? A mí un poco, la verdad. Como ya dije en una entrada anterior, al ser un libro de tan corta extensión, resulta largo cada vez que debo parar para comentar la historia en el blog. Sin embargo, así lo decidí y así lo he hecho, no voy a quejarme más, que yo misma me lo he buscado.

El relato lleva por título El viajero con el cuadro de las figuras de tela. Ciertamente, es un título larguísimo, debido a la explicación que hace del oshie. Esta palabreja que acabo de escribir es el nombre de una manualidad japonesa que se practica desde hace años y años. El oshie se basa en crear cuadros con tela, esto es, como pintar un cuadro pero sin pintura, sino con tela (bravo, qué magnífica descripción, digna de diccionario). Se utilizan recortes de tela de quimono para hacer estas figuras y el resultado es un cuadro en tres dimensiones bastante cuco. Si haces una búsqueda rápida, encontrarás verdaderas virguerías y dibujos preciosos.
El narrador nos cuenta que, durante un viaje en tren, conoció a un hombre de aspecto un poco peculiar que cargaba con uno de estos cuadros y, al acercarse a él y preguntarle por el cuadro, el desconocido le cuenta que una de las figuras que aparece en el cuadro es su hermano mayor. Así pues, le cuenta la historia del origen del cuadro y cómo su hermano acabó formando parte de él.


Me ha parecido una historia muy amena. Además, es diferente del resto de relatos, porque no parece utilizar los recursos y temas típicos de los relatos de misterio, parece simplemente un cuento de fantasía. Un poco trágico, sí, pero fantasía al fin y al cabo. Tampoco tiene ese tinte negativo que impregnaba el resto de relatos, me ha resultado muy ameno y, en cierto modo, positivo. Ya sabes que no sé explicarme muy bien. No es tan positivo como las típicas historias de amor que defienden el "amor verdadero" y "vivieron felices para siempre". Es una felicidad trágica, acaba bien... pero tampoco acaba bien, ¿sabes? Después de esto, puedes matarme. O coserme la boca, lo que prefieras. Es una forma agradable de acabar el libro, sin muertes, ni crímenes, ni obsesiones.

En general, me ha gustado el libro. Lo recomiendo, y no descarto leer más obras de Edogawa Rampo en el futuro. Ahora la pregunta es: ¿qué libro será el siguiente? Lo sabrás en marzo, porque va a ser que febrero ya no da más de sí.

26 de febrero de 2015

Los dos inválidos, Edogawa Rampo (Relatos japoneses de misterio e imaginación)

¡Saludos! Este ya es el penúltimo relato recopilado en este libro, así que se nos acaba el chollo.

Con el título Los dos inválidos, el relato empieza presentándonos a dos hombres que se encuentran en la habitación de un balneario tomándose un descanso y hablando de su vida. Uno de ellos, Saito, con múltiples cicatrices en su cuerpo y rostro, habla un poco de cómo recibió las heridas durante la Primera Guerra Mundial y lo dura que fue aquella época. El otro, Ihara, evita hablar de su vida tanto como puede, pero su compañero lo anima a que la cuente. Quid pro quo, ya sabes. Entonces, empieza a relatar su vida un poco a regñadientes, porque no es tan épica como la de Saito y, además, vive avergonzado por lo que le pasó. Resulta que Ihara, durante su estancia en la ciudad como estudiante universitario, descubre que es sonámbulo. No lo descubre por él mismo, claro está, sino por su compañero de pensión, Kimura, que le cuenta cosas que ha hecho con él, cosas que Ihara no recuerda haber hecho. Asustado por lo que podría hacer sin darse cuenta, vive con una inquietud permanente. Con el tiempo se va relajando, pero justo cuando ya no se preocupa tanto por su sonambulismo, se produce un asesinato. Alguien mata al encargado de la pensión y le roba una gran cantidad de dinero, las fianzas de los inquilinos de la pensión. ¿Quién es el culpable?


Esta historia también me ha gustado bastante. Me ha recordado un poco a El test psicológico, supongo que por los estudiantes universitarios, más concretamente de la Universidad de Waseda. Me los imagino con su uniforme negro de cuello alto, con las gorras a juego, tan formales ellos. Aunque el final es un poco previsible, es un buen relato. Piénsalo, son historias cortas, no puede montarse una trama espectacularmente enredada para diez páginas que dura. Pero lo dicho, está muy bien.

25 de febrero de 2015

La cámara roja, Edogawa Rampo (Relatos japoneses de misterio e imaginación)

Hola de nuevo, ya sólo faltan dos relatos para acabar el libro y... sé que lo he alargado demasiado. Es un libro muy corto y puede que te haya resultado interminable, con eso de parar y contar cada relato. Teniendo en cuenta la longitud, a mí me resulta increíble no haberlo acabado ya, pero claro, debo tener en cuenta el blog. Si no estuviera este blog, hace días que lo habría terminado. ¡Pero alegría! Dentro de poco podremos cambiar de libro y hablar de otras cosas. Por el momento, paciencia.

Este relato se titula La cámara roja. El narrador es un sepulturero que, junto con otros seis compañeros de profesión, crean una especie de organización secreta para contar historias de terror, porque, por lo visto, los sepultureros se aburren mucho en su trabajo. Se reúnen en una sala roja, con cortinas rojas y sillones tapizados de rojo y, a la luz de un candelabro, se cuentan historias. SIn embargo, en esta ocasión, hay un miembro nuevo que desea formar parte del grupo y, para ello, decide contar un historia de su propia cosecha, una historia real. Este hombre, de nombre Tanaka, explica que él, como ellos, también vive aburrido y sin emoción, buscando constantemente la forma de hacer desaparecer el tedio. Tras un acontecimiento inesperado, descubre que la solución es el crimen. Llega a la conclusión de que matar a gente aliviará su situación, por lo que empieza a tramar formas de matar sin que parezca que su intención sea acabar con la otra persona. Así pues, se propone matar a cien personas, cada una de una manera diferente y sin que nada ni nadie pueda culparlo.


Volvemos al tema del crimen perfecto y, también, volvemos a encontrarnos con la psicología y el papel que tiene en este tipo de historias. En este relato juega un papel bastante importante. Nunca lo hallan culpable de ninguno de los crímenes, porque, en realidad, se atribuye esas muertes al no hacer nada por impedirlas. No sé cómo explicarlo, perdona si te hago un lío con esto. Quiero decir que el tipo en cuestión es culpable de las muertes porque, en su momento, no hizo nada por evitarlas. La verdad es que, aunque simple, es realmente intrincado. Además, el final del relato no me lo esperaba para nada, ha estado muy bien. Esta es una de mis historias preferidas, creo yo.

23 de febrero de 2015

Los gemelos, Edogawa Rampo (Relatos japoneses de misterio e imaginación)

Pues sí, ayer rompí la racha. Lo hice de forma deliberada, para que no te acostumbres a recibir una entrada nueva cada día, porque, créeme, en el futuro no será así. Además, tampoco me apetecía demasiado escribir, así que lo hago ahora.

Creo que aún no lo he dicho, pero el nombre Edogawa Rampo es un seudónimo (¿cuándo le quitaron la "p" a esta palabra? La hecho de menos). Si prestas atención, te darás cuenta de que se trata del nombre "Edgar Allan Poe" leído en japonés. Bueno, debes leerlo a cierta velocidad para percibirlo, pero así es. Al principio yo tampoco me lo creí demasiado, me recultó un poco forzado, pero cuando  me di cuenta de que era cierto... Aún no he salido de mi asombro. Su nombre real era Hirai Taro.

Esta historia está relatada a modo de confesión. De hecho, la descripción que acompaña al título reza lo siguiente: Confesión de un criminal condenado ante un sacerdote. Así pues, el protagonista nos cuenta los crímenes que ha cometido, sus razones para cometerlos, cómo los llevó a cabo y cómo se siente al respecto. Nosotros mismos nos sentimos como el sacerdote al que le está confesando sus pecados.
El narrador nos explica que tiene un hermano gemelo a quien aborrece. Este odio que le profesa viene dado, en principio, por la mayor cantidad de dinero que el hermano obtuvo de la herencia de sus padres, mientras que él, por ser el "hermano pequeño" (ya sabes, esos líos de quién ha nacido antes y todo eso), recibió una cantidad mucho menor. Pero no acaba ahí la cosa. El narrador se dedica a gastar el dinero a espuertas, por lo que le pide dinero prestado al hermano continuamente. Y además, ya para rematarlo, la chica por la que el narrador está enamorado acaba casándose con su hermano, tal y como los padres acordaron en su momento.
Ya tenemos el decorado montado: hermano que odia a su hermano gemelo porque, a pesar de ser idénticos, el otro tiene mucha más suerte que él. Algo así como Caín y Abel. Entonces, el narrador prepara un plan para cometer el... sí, damas y caballeros, ¡el crimen perfecto! Volvemos al mismo tema del género de misterio. Elabora un plan para deshacerse del hermano y así suplantar su identidad (por lo de ser gemelos idénticos y eso, que nadie notaría la diferencia).


La verdad es que todo esto del crimen perfecto me gusta, pero al final acaba aburriendo un poco, especialmente cuando se resuelve satisfactoriamente y ya no es un crimen perfecto. Aún así, la historia está bien, la idea de suplantar la identidad de otra persona conlleva mucho valor, por eso de tener que imitar a la perfección a dicha persona y, por tanto, que no te descubran. Claro que la presión que el mismo subconsciente te crea, ese remordimiento que te atormenta en silencio, debe ser insoportable, al menos para aquellos que tienen conciencia. Los que carecen de ella no sentiran remordimiento alguno y podrían seguir con la farsa hasta la eternidad.

21 de febrero de 2015

El infierno de los espejos, Edogawa Rampo (Relatos japoneses de misterio e imaginación)

¡Tres de tres! ... nunca volverá a repetirse algo así, estoy segura.

Hola de nuevo. Ya vamos por el quinto relato, titulado El infierno de los espejos. En un primer momento, el título me recordó al laberinto de espejos que aparece en la película de James Bond El hombre de la pistola de oro, donde el malvado Francisco Scaramanga está interpretado por el gran Christopher Lee. Investigando sobre ello descubrí (gracias, Wikipedia) que el actor era primo del creador del agente 007, el escritor Ian Fleming, y me pareció una curiosa e interesante coincidencia. No siempre se tiene la oportunidad de representar un personaje literario que un familiar tuyo ha creado, ¿no crees? Y hablando de Ian Fleming, siento cierto interés por leer sus novelas, la saga completa de James Bond. Ojalá algún día pueda escribir sobre ellas (o sólo de una, como mínimo) en el blog.

Volvamos a Edogawa Rampo, que me lío con otras cosas y me voy por los cerros de Úbeda.
Este relato habla de Tanuma, un chico obsesionado por los espejos y las lentes de todo tipo. Al principio parece ser simplemente una afición, pero la cosa empeora cuando, a los veinte años, hereda una gran fortuna de sus padres y, además, descubre el sexo femenino. Empieza a dedicarse por entero al estudio y creación de todo tipo de espejos, lentes, prismas y demás objetos reflectantes, por lo que despilfarra gran cantidad de la herencia recibida. Manda construir un observatorio con el cual espía a sus vecinos; también crea una habitación totalmente revestida con espejos (paredes, suelo y techo, toda todita) en la que, o bien pasa el tiempo con su criada favorita, Kimiko, o bien se encierra solo y desnudo durante horas. El caso es que la obsesión del chico parece ir a peor y el narrador, amigo de la infancia de Tanuma, se preocupa cada vez más por él y su salud mental. Entonces, la creación de un espejo muy, muy especial hace que el narrador y los criados teman por el efecto que pueda causar en el chico (puede que la imagen te dé una pista).


Inquietante, ciertamente inquietante, aunque muy interesante. La obsesión que raya en la locura es un tema que me atrae bastante, y este relato es un ejemplo de ello. Es cierto eso que dicen: una fina línea separa la genialidad de la locura.

20 de febrero de 2015

El precipicio, Edogawa Rampo (Relatos japoneses de misterio e imaginación)

¡Dos entradas en dos días! ¡Esto es inaudito!
No te acostumbres. Es lo que tiene que las historias sean tan cortas y se lean en diez minutos. Van muy bien como lectura ligera.

En esta entrada toca hablar del cuarto relato, titulado El precipicio. Teniendo en cuenta los anteriores relatos y el título de este, podríamos deducir algo muy obvio, ¿verdad? Como de costumbre, no seré yo quien te cuente el final, simplemente te contaré de qué va y tú ya decides lo que quieras.
En esta ocasión, el relato está escrito en el formato habitual del teatro: se describe la escena y las intervenciones de cada personaje van precedidas del nombre de este. Dado que se trata de un relato muy breve, carece de actos y de pausas, y sólo tiene una escena, que va variando de forma sutil en determinados puntos de la historia. Además, sólo cuenta con dos personajes que ni siquiera tienen nombre, los conocemos por HOMBRE y CHICA.
En el diálogo que estos dos personajes mantienen en lo alto de un precipicio, la chica cuenta cómo su marido intentó asesinarla el año anterior y cómo ella se adelantó y lo mató antes. Encontró pruebas que le hicieron sospechar de los planes de su marido y, precavida, tomó cartas en el asunto para proteger su vida. Le cuenta sus vivencias al hombre, un chico que vivía en su misma casa, supongo que alquilando una habitación. Él conoce los hechos, pero anima a la chica a que relate lo que ocurrió y sintió de primera mano.


Esta historia también habla del crimen perfecto, aquel en el que el perpetrador sale indemne del asesinato que ha cometido y en el que ni siquiera se sospecha de él. La capacidad de sugestión y la manipulación de la mente juega un papel importante. Sin embargo, el Dr. Akechi no aparece en esta ocasión para descubrir y condenar la verdad.

Este relato me ha gustado bastante, creo que el final es muy bueno e impactante. Me dejó con buen sabor de boca y un poco de inquietud. Veremos si el resto de relatos pueden hacer lo mismo. Aunque no fuese así, este libro me está gustando bastante.

19 de febrero de 2015

La oruga, Edogawa Rampo (Relatos japoneses de misterio e imaginación)

Saludos, visitante.
Hoy me toca hablar de la tercera historia recopilada en Relatos japoneses de misterio e imaginación, escrito por Edogawa Rampo. Antes que nada, desearía hacer un pequeño paréntesis y hablar sobre el modo en el que el nombre del escritor está adaptado a la lengua española.
En japonés, su nombre se escribiría de la siguiente forma (uso el silabario hiragana para que quede más claro, si es que eso es posible) : え と゛か゛わ ら ん ぽ , por lo que, transcrito en romaji (esto es, nuestro alfabeto de toda la vida), sería así: edogawa raNpo. ¿Ves por dónde voy? En su idioma original, se escribe con una N, sin embargo, su nombre se ha adaptado a las reglas ortográficas del español y, como va seguido de una P, se escribo con una M. Magistral, oye. Este tipo de adaptaciones las he visto de forma esporádica, no suele ser la norma, debido a que se trata de algo puramente subjetivo, creo yo. Está en tu mano adaptar o no el nombre de un autor, aunque la tendencia actual es dejarlo tal y como se escribe en la lengua original. Aún así, no voy a ser yo quien juzgue a la gente por estas decisiones. Simplemente quería comentarlo porque me parecía curioso y, en cierto modo, interesante (eres libre de discrepar conmigo, claro).

Bueno, vamos al meollo del asunto.
Este relato se titula La oruga. Tokiko está casada con un héroe de guerra, condecorado con la más alta insignia del ejército japonés. Durante la guerra le hirieron de gravedad y, por lo tanto, lo sacaron del ejército para que se recuperara. El problema es que salió muy, pero que muy mal parado: perdió todas sus extremidades (sí, brazos y piernas), perdió una oreja, las cuerdas vocales y, además, la cara se le desfiguró, especialmente la boca. Por si no fuera poco, el gran shock que sufrió al recibir en toda la jeta un bombazo de tal magnitud lo dejó sordomudo. La única forma que tiene para comunicarse son sus ojos y, cuando puede, escribe con la boca, aunque para eso necesita la ayuda de su esposa. Esta, a medida que avanza la historia, se la ve más y más perturbada, cansada de cuidar de un, y cito textualmente, "trozo de carne" que no puede ni sentarse, hasta que un día...



El relato es perturbador, desde luego. Sólo con imaginarte al pobre hombre incapaz de hacer nada, incapaz de comunicarse con el mundo que le rodea, se te revuelve el estómago. No puedes evitar imaginarte a ti en esa situación y pensar qué harías, cómo te sentirías. También te imaginas en la posición de Tokiko, que debe ser igualmente dura. El alma se te erosiona con la misma rutina, viendo el tiempo pasar y que nada cambia, sino que empeora. No quisiera verme en ninguna de las dos situaciones, sinceramente.
Al final del relato me he acordado de una película que vi el año pasado, titulada Onibaba. Hay un componente común que relaciona el relato con la película. No voy a decir cuál, para no aguarte el final de la historia, pero estoy segura de que lo verías claramente si leyeras el cuento y vieras la peli. Siento andarme con tanto secretismo, pero no quiero hacerte ningún spoiler. ¡Es el mal de esta sociedad!

La siguiente historia será El precipicio. ¿Qué pasará, pasará?

16 de febrero de 2015

El test psicológico, Edogawa Rampo (Relatos japoneses de misterio e imaginación)

Nos vamos a ver muy a menudo mientras no se acaben los relatos, ¿eh?
Como te dije hace un par de días, vamos a seguir hablando de Edogawa Rampo y de su recopilación de historias breves. El segundo relato de esta recopilación se titula El test psicológico. ¿Y de qué trata, de test psicológicos y ya está? Hombre, por poder... podría, pero no. La idea general del relato gira entorno al crimen perfecto, tema que ya trataron en su momento Edgar Allan Poe con su detective Auguste Dupin y Arthur Conan Doyle con su mundialmente conocido Sherlock Holmes. Edogawa Rampo, seguidor de ambos escritores, se une a la "moda" de los detectives y, en este relato, es donde aparece el suyo, el doctor Kogoro Akechi.
La historia empieza describiendo a uno de los protagonistas del relato: un estudiante de universidad llamado Fukiya, extremadamente inteligente, aunque un tanto avieso. Como todos los estudiantes universitarios, se encuentra en una situación económica más bien precaria. Sin embargo, esta no es la razón principal por la que decide perpetrar un crimen, ¡acabáramos! Es una razón tan banal y simple para un ser tan superior como él... En realidad, desea comprobar cuán superiores son sus habilidades intelectuales llevando a cabo un crimen que no se puede resolver, o que, al menos, no lo señale a él como culpable. Es decir, que quiere jactarse de su intelecto saliendo de rositas de un asesinato que él mismo ha perpetrado. Es un ser muy retorcido. Una vez cumplido su plan, llega la hora de que la policía resuelva el caso y, en un momento dado, parece que se encuentra en un punto muerto y no hay manera de avanzar. Ahí es donde aparece el maravilloso Dr. Akechi y lo resuelve en un plis. Te dejo el placer de averiguar por ti mismo/a cómo lo hace.


Ojeando el libro me he fijado en que cada relato cuenta con una ilustración en blanco y negro de un tal M. Kuwata. He estado buscando información sobre él y poco he encontrado, así que, si tú o alguien supiera decirme más sobre este misterioso ilustrador, bienvenido sea. Así saciaría mi curiosidad. De momento, te dejo con un cachito de cada ilustración, a ver si con ello consigo que te entren ganas de leerte los relatos.

Bueno, acabemos con este. Está bastante bien, sencillo pero efectivo, podríamos decir. Seguro que a los fans del misterio, los crímenes y los detectives les gustará. A mí me gusta, pero soy muy perezosa y simplemente dejo que el relato me cuente cómo va todo en lugar de ponerme a pensar y a darle vueltas yo misma.

El siguiente relato se titula La oruga. Si te digo la verdad, sólo con oír el título ya me da cosa. Recuerdo que un amigo mío me contó una película, El cienpiés humano, y era tan desagradable que cualquier parecido con ella (incluso el nombre) me pone los pelos como escarpias. Seguro que no tiene nada que ver (eso espero, al menos), pero ya sabes: el cerebro a veces te juega malas pasadas y relaciona cosas que no tendría por qué relacionar.

14 de febrero de 2015

La butaca humana, Edogawa Rampo (Relatos japoneses de misterio e imaginación)

Hola de nuevo. Me alegra verte por aquí.
Esta vez me he decidido por una recopilación de historias breves, escritas y recopiladas por Edogawa Rampo, un escritor japonés de principios de siglo XX. Por lo que he leído en el prólogo, se trata de un escritor muy en la línea de Edgar Allan Poe, Arthur Conan Doyle o Jorge Luis Borges, por lo que forma parte de la literatura detectivesca, de misterio y todo ese ambiente oscuro lleno de incógnitas. Juega con la psicología, con el instinto curioso y el morbo que eso produce. Es en estos momentos cuando agradezco haber cursado aquella asignatura de literatura detectivesca durante el Erasmus. ¡Y pensar que no me serviría de nada!

 
Bueno pues, como es una recopilación de historias cortas, he pensado que, para poder hablar de cada una de forma equitativa, dedicaría una entrada de blog a cada una de ellas, por lo que desglosaré el libro en... ¿nueve partes? Nueve historias, así que nueve entradas. Ay, qué ganas de trabajar que tengo.

La primera historia, la que inaugura el libro, por así decirlo, se titula La butaca humana. Empieza con una mujer, que recibe, entre otras muchas, una carta especialmente abultada. En ella, un hombre que se describe a sí mismo como feo, realmente feo, un monstruo a ojos de los demás, más feo que picio, más feo que pegar a una madre (y así podemos seguir hasta mañana), le relata una cosa que ha hecho: resulta que el hombre, que es ebanista y fabrica sillas, ha creado un sillón con una estructura especial que le permite meterse dentro sin que nadie pueda verlo desde fuera. Y, de hecho, nadie se da cuenta de que el tío va dentro. El sillón, pedido por encargo por un hotel, lo ponen en el vestíbulo y... digamos que ahí empieza su aventura. A través de la tela puede sentir a aquella persona que esté sentada sobre él (recuerda que es feo, feo, feo, así que poco contacto humano habrá tenido, como él mismo dice). Sin embargo, su aventura hotelera no dura mucho, porque acaban deshaciéndose de él (bueno, del sillón, y por ende, de él, claro está) y va a parar a una casa. No voy a seguir porque si no, acabaré contándote toda la historia, que tampoco es tan larga, y te destriparé el final.


Sinceramente, esperaba algo más fuerte. No te engañes, soy una persona muy asustadiza, que no miro películas de miedo porque me dan miedo, pero esta historia no me ha causado un gran impacto. Puede que mis espectativas fueran demasiado altas ya de entrada, así que procuraré olvidarme de ellas con los relatos siguientes. Aún así, creo que la idea de la que parte la historia es muy interesante y, además, está bien escrita. Tiene cierto aire sensual.

¡Y en la próxima entrada, El test psicológico!

4 de febrero de 2015

Tu gato está muerto, James Kirkwood

Tranquilo/a, no me refiero al tuyo, si es que tienes uno. Este es el título del primer libro que leo en 2015: Tu gato está muerto, escrito por James Kirkwood Jr.
Pensarás que me he dado mucha prisa por leerlo, después de decir en la primera entrada que me lo tomaría con calma, pero la realidad es que llevo leyendo este libro desde noviembre del año pasado (creo recordar) y quería acabarlo de una vez por todas.

El libro relata las desdichas de Jimmy Zoole, un actor más bien mediocre al que, en los últimos meses, todo le sale mal. Y cuando digo todo, es todo: pierde el trabajo, pierde a su novia, está a punto de perder su piso, le han robado ya dos veces, y, para colmo, muere su gato. Todo eso el día de fin de año. Alegría. Sin embargo, no todo acaba ahí: precisamente ese mismo día captura al ladrón que, por tercera vez, se dirigía a vaciar su piso. La mayor parte de la historia narra esa noche de fin de año, en la que Jimmy decide vengarse del mundo (y del ladrón, que lo tiene más a mano).


Reconozco que lo habría disfrutado más si la calidad de la traducción hubiese sido mayor. No pretendo ser pedante con esto, es sólo que, como traductora que soy, muchos de ellos los reconocía a simple vista y me hacían pensar: "Seguro que en inglés ponía 'tal', pero lo ha traducido como 'cual', ¡y no puede ser!". Como lectora, esto frenaba mi ritmo de lectura y resultaba muy incómodo. Supongo que lo entenderás. De todas formas, se trataba de una edición de los ochenta, por lo que, en las nuevas ediciones, habrán revisado el texto (o incluso habrán realizado una nueva traducción) y ya no resultará tan insufrible.
Traducción aparte, la verdad es que la historia me ha acabado gustando. El principio no, todo hay que decirlo. Se me hizo un poco largo, e incluso llegué a pensar en dejarlo. ¡Pero no! No lo dejé, más que nada por orgullo. Así que decidí seguir leyendo y, al final, la historia me ha gustado. No me esperaba para nada la forma en la que se desarrolla esa noche de fin de año.

¿Lo recomendaría? Mmmsí, supongo que sí, siempre y cuando sea una traducción diferente de la que me tocó sufrir a mí.

1 de febrero de 2015

Primera página

Saludos.
Me llamo Narumi Hatsuo y, tras pensarlo bastante, he decidido crear este blog para comentar los libros que voy leyendo. Me gusta mucho leer, y siempre me he considerado una lectora pasiva, de las que leen, guardan y callan. Sin embargo, tras una fructífera charla con una amiga, he llegado a la conclusión de que un blog donde comentar literatura podría resultar interesante.
Le he dado muchas vueltas al tema de empezar un blog de este tipo (o, simplemente, el empezar un blog), porque no soy una persona demasiado constante y, con el paso del tiempo, me acabo aburriendo u olvidando de todo aquello que empiezo. Hay veces que ni siquiera he sido capaz de poner en marcha un proyecto por el mero hecho de sentirme perdida antes de comenzar. Aún así, espero que este blog dure más de lo que preveo que va a durar (sí, tengo muy poca fe en mí y en mi perseverancia).
No voy a prometer una entrada nueva cada semana, pero sí quiero asegurar que comentaré cada libro, cómic u revista que caiga en mis manos a partir de ahora. ¿Cualquier libro, cómic u revista? Hombre, pues no creo. Comentaré aquello que, en un principio, me cree interés o llame mi atención, es decir, toda lectura que esté dispuesta a llevar a cabo por mí misma y no guiada por los best sellers del mercado. ¿Entonces hablarás de cosas raras? Pues quizás, aunque el concepto de "raro" es algo muy subjetivo. La conclusión es: juzga tú mismo.

Para finalizar, sólo quiero darte las gracias a ti, que estás dedicando parte de tu tiempo a leer mis sandeces. Gracias por el esfuerzo. Confío en que seguiremos viéndonos por aquí.